Noticias

Educación para el trabajo: el incierto desembarco de la escuela en la empresa

Prácticas profesionalizantes, capacitación para el trabajo y sistema dual: cuáles son las iniciativas que ya funcionan vinculando alumnos y lugares de trabajo.

Dentro de la reforma de la escuela secundaria que impulsa el gobierno porteño, el anuncio de que los alumnos de quinto año deberán destinar todo un cuatrimestre a prácticas laborales despertó la polémica. Las luces de advertencia se encendieron tanto por el riesgo de funcionar como formas precarizadas de trabajo, como por la imposición naturalizada de la lógica empresaria en el sistema educativo.

Las empresas, por otro lado, ven con buenos ojos la extensión de este tipo de prácticas, que ya existen para las escuelas técnicas, a otros recorridos curriculares. Desde su perspectiva ayudan a cubrir la brecha entre la formación escolar y el mundo laboral, aportando a los alumnos no sólo capacidades técnicas sino también competencias de las llamadas «blandas», todas herramientas necesarias para mejorar las posibilidades de empleo y desarrollar perfiles adecuados al mercado de trabajo.

En la Argentina existen diversas experiencias de vinculación de la escuela secundaria y el mundo laboral. Por un lado, las prácticas profesionalizantes, obligatorias para los estudiantes de las escuelas técnicas. Por otro, iniciativas de responsabilidad social empresaria que desarrollan cursos o capacitaciones de formación para el trabajo. También está la experiencia del sistema dual, en el cual los egresados del secundario estudian en la empresa según el modelo alemán, que en el país ponen en práctica compañías que integran la Cámara de Industria y Comercio Argentino-Alemana.

La Ley de Educación Técnico Profesional, promulgada en 2005, que regula tanto el nivel medio como el superior, establece como uno de sus objetivos “desarrollar trayectorias de profesionalización que garanticen a los alumnos y alumnas el acceso a una base de capacidades profesionales y saberes que les permita su inserción en el mundo del trabajo”. A su vez, dispone que las autoridades educativas provinciales promuevan convenios con organizaciones y empresas. Así, las “prácticas profesionalizantes” se incorporaron al diseño curricular de la escuela media técnica, definidas como “prácticas educativas”, aunque no todas las escuelas pudieron establecer vínculos con las organizaciones (ver «Formación de profesionales críticos»).

“Empezamos a vincularnos con las escuelas técnicas de la zona de nuestras plantas cuando no existía la ley”, cuenta Fernando Favaro, gerente de Desarrollo Social de Ternium Siderar. “Veíamos una brecha entre las necesidades de conocimiento que teníamos y el perfil de los chicos. Quienes se incorporaban a la empresa pasaban entre 8 y 10 meses capacitándose antes de ir al puesto de trabajo”, agrega. En un contexto en el que “había desaparecido la escuela técnica y los talleres estaban vacíos”, la empresa desarrolló el programa de Fortalecimiento de Escuelas Técnicas.

Conformaron una mesa de trabajo con inspectores, directores y jefes de taller de seis escuelas técnicas en San Nicolás-Ramallo y Ensenada-Berisso. El programa incluyó el diseño de talleres, planes de infraestructura y equipamiento y capacitación a docentes. “Como corolario, a partir de la nueva regulación provincial, las prácticas profesionalizantes del último año se desarrollan en nuestras plantas”, informa Favaro. Los alumnos realizan un proceso similar al de selección de personal, “un gran simulador para que aprendan cómo se hace la entrevista laboral”, describe. Luego concurren a la planta de lunes a viernes de 8 a 14 hasta completar las 200 horas obligatorias para la currícula. “Cada dos meses va entrando una escuela distinta”, señala.

Los operarios técnicos de la empresa hacen de tutores de los alumnos. “El vínculo entre tutor y alumno es un subproducto que no nos habíamos imaginado: es muy rico para el tutor, es una motivación y enseña con vocación”, asegura Favaro. Al finalizar la práctica, la escuela recibe tres devoluciones: “el resultado del proceso de ingreso;el resultado de la evaluación del tutor y el resultado de una evaluación técnica de mecánica y de electricidad. Esto permite retroalimentar todo el sistema”, se extiende el ejecutivo. Para Favaro “la vivencia es más fuerte que la adquisición de conocimiento técnico. Si esto se hace en contabilidad o en administración, el alumno se va a llevar la misma experiencia de vivir el trabajo”, asegura.

Sobre la cuestión de la precarización laboral, Favaro dice que las prácticas no solo tienen que estar reglamentadas sino que también “tienen que ser auditables por el sistema, para que funcione como un espacio de aprendizaje”.

También Nestlé es sede de prácticas profesionalizantes en convenio con las escuelas técnicas N°8 de Morón, N°1 de Magdalena y la Escuela Técnica de Firmat. “Además de las prácticas in situ en las plantas, les damos charlas sobre armado de CV, orientación vocacional, calidad y seguridad”, cuenta Fernanda Amado, directora de RR.HH. para Argentina, Uruguay y Paraguay. Hasta ahora, pasaron 170 chicos por estas prácticas. En opinión de Amado “la combinación entre sistema educativo y empresas puede crear oportunidades. Es una buena experiencia que permite a los alumnos entender cómo se aplica lo que estudia a la vida real”.

Como compañía “ponés tiempo de tu organización para que los chicos se entrenen y aprendan cosas. No es que hagan trabajos concretos”, aclara. En el mismo sentido, Natalia Espitia, directora de RR.HH. de Dow para Región Sur, señala que “es más lo que ellos aprenden que lo que entregan a la compañía”. En esa empresa implementaron las prácticas en 2015, en la planta de Bahía Blanca.

Desde entonces, la iniciativa recibió a más de 140 estudiantes que se desempeñaron en las áreas de Laboratorios y Mantenimiento. Los alumnos concurren de 7 a 14 hasta completar las horas obligatorias. “Vienen del estudio teórico y pasan a la parte práctica no solo de la tarea sino de las competencias y es lo que más valoran”, asegura Espitia. Desde el punto de vista de la empresa, el programa “ayuda a conocer los perfiles que queremos retener”, dice Espitia. “Si hay vacantes, contratamos a los que son muy buenos. Además, buscamos oportunidades de posiciones abiertas en empresas contratistas que trabajan para nosotros”. También en este caso los empleados fungen de tutores. “Los apoyamos para eso: no cualquiera puede ser tutor, tiene que tener ciertas habilidades”, advierte la ejecutiva. Justamente, la coordinación desde las empresas de las formaciones profesionales es un punto que “está faltando”, según Yanina Falugues, gerente de Formación Profesional de la Cámara Argentino-Alemana de Comercio. “Hay que preparar a las empresas, que tengan claros los objetivos, que sepan cómo coachear al alumno”, apunta.

Desde la Cámara, organizan la “formación de formadores” para el sistema dual de formación profesional, que en países como Alemania y Suiza es una de las opciones luego de terminar el secundario: optar por una carrera en una empresa, donde se realizan alternadamente prácticas y clases cobrando una asignación estímulo, y al final de los dos años se recibe un diploma técnico. En la Argentina, empresas como Bayer, Henkel, Siemens o Volkswagen ofrecen este tipo de formación, en siete recorridos: Administración Industrial, Comercio Exterior y Mayorista, Gestión Empresarial, Maestro Industrial, Mecatrónica, Mecanizado y Químico.

Aunque el sistema cuenta con el aval de Ministerio de Trabajo desde 2008, “es un gris en el marco legal”, señala Falugues. Promovida por la Cámara, el año pasado se firmó un carta de compromiso entre la UIA y los ministerios de Educación, Trabajo y Producción para “trabajar en conjunto parte pública y privada”. “Ya hay en comisión de diputados un proyecto de cambios en la ley de pasantías para que contemple mayor cantidad de posibilidades para tener un aprendiz en la empresa”, informa Falugues.

La empresa Atos, de servicios informáticos, retomará este verano un sistema de pasantías para estudiantes de escuelas secundarias con especialidad en electrónica y sistemas. “Son cuatro meses rentados para el período entre la finalización de las clases y el comienzo del ciclo lectivo siguiente”, cuenta Carlos Abril, presidente de la empresa. La propuesta es “mejorar la capacidad de los estudiantes para su salida laboral”. También “nos permite hacer una base de datos de quienes pasan por la pasantías; si buscan trabajo con nosotros, ya los conocemos”.

Samsung, por su parte, tiene el Tech Institute donde capacita secundarios a contraturno, incluyendo prácticas en la planta de Visuar, que fabrica productos de línea blanca para la compañía. “Es una inmersión en el mundo del trabajo”, dice Cynthia Giolito, senior manager de Ciudadanía Corporativa.

El programa empezó hace cuatro años, en conjunto con la Fundación Pescar. «Más de 30 alumnos entraron a trabajar en la planta de Visuar, la mitad de ellos, mujeres», cuenta Giolito.

FUENTE: Clarín