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Industria del juicio: de la noche a la mañana le armaron 50 causas

El titular de la firma convenció a sus operarios de que estaba en riesgo el futuro de la fábrica y zafó. Pero no siempre se puede.

Una empresa familiar del cordón industrial lo sufrió en carne propia dos años atrás y salvó la ropa sólo gracias a la muy buena relación que mantiene con sus trabajadores: en el mano a mano los convenció que la decisión colectiva de pleitiar personales ponía en riesgo hasta la misma continuidad de la firma.

No era para menos. Medio centenar de operarios de la fundición habían sido convencidos de la noche a la mañana para iniciar juicios laborales, en todos los casos amparados en un único perfil de supuesta discapacidad. Teniendo en cuenta que el promedio de sentencias que genera la industria del juicio es de $ 300.000, se había generado artificialmente un pasivo de unos $ 15 M.

El dato salió a la luz en medio de una encrucijada que tiene contra las cuerdas a la industria santafesina. Un año y medio atrás el Congreso de la Nación sancionó una reforma a la ley de riesgos laborales que tuvo adhesión en los principales distritos fabriles de la Argentina pero se demora en el territorio de la bota.

Pequeños y medianos industriales siguen muy de cerca las discusiones que se dan entre los distintos actores involucrados, a la espera que la Legislatura provincial adhiera a la nueva legislación. El caso se actualizó tras un reclamo del presidente Macri al gobernador Lifschitz, y los tiempos urgen porque los debates parlamentarios habitualmente van a parar al freezer cuando llegan los períodos electorales.

El titular de la fundición, un experimentado hombre de negocios que viene luchando contra la industria del juicio hace más de dos décadas, tuvo que ponerse al al hombro las conversaciones con sus empleados, y la mayoría se bajó del juicio.

Para tener una idea del modus operandis de la industria del juicio, en este caso sólo dos abogados quienes firmaron todas las demandas, y la casi totalidad de los casos se relacionaban con problemas en la capacidad auditiva de los obreros. Las presentaciones ante la Justicia eran prácticamente fotocopias, mostrando a las claras que se trataba de una movida orquestada por el único fin de conseguir un rédito económico que en última instancia iba a provocar un perjuicio a la empresa fabril.

La mecánica de seducción fue similar a la que ocurre en otras plantas del Gran Rosario. Promotores motorizados por los letrados se ubicaron en las puertas del establecimiento y repartieron tarjetas, argumentando que los juicios iban a ser contra las ART y no contra la empresa. Reunieron masa crítica y consolidaron un un grupo de casi 50  epleados.

La información llegó a la gerencia de Recursos Humanos y de allí al titular de la firma, quien tomó las riendas del asunto y de manera personal se sentó a dialogar con cada obrero, para informarlos sobre la situación. Debieron pasar dos meses hasta que se logró controlar una situación que amenazó con tumbar a la firma.

En otros casos con empresarios que tienen un menor predicamento entre sus trabajadores, este tipo de situaciones suele ser fatal, y no queda empresa para contarla.

FUENTE: PuntoBiz