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La sequía golpea la venta de maquinaria agrícola

En octubre del año pasado, cuando confeccionaron el presupuesto para 2018, en Agrometal, la mayor fábrica de sembradoras del país, ubicada en Monte Maíz, en el sudeste de Córdoba, proyectaban vender unas 500 máquinas. De noviembre para acá las lluvias se cortaron de manera abrupta en gran parte de la pampa húmeda y, como se descuenta que los productores tendrán fuertes pérdidas en sus cultivos y también menores ingresos, en Agrometal están calculando otra vez las perspectivas para el año.

«Estamos recién empezando el año, pero el presupuesto que hicimos, de un año como 2017 o un poco más (de ventas), no lo vamos a cumplir», expresó Rosana Negrini, presidenta de Agrometal.

Negrini comparte la preocupación de los productores por la falta de lluvias en la pampa húmeda: «Pasan las tormentas y no cae una gota. Ya sabemos que no va a ser como lo previsto. Estamos prendiendo algunas luces amarillas».

Según Mario Bragachini, especialista en mecanización agrícola del INTA, para 2018 la estimación era que el mercado total de maquinaria agrícola se ubicara en unos 2200 millones de dólares, similar a 2017. Esto cuando ya se esperaba un año con el fenómeno Niña, que produce menos lluvias. Sin embargo, no se esperaba una sequía de tal magnitud como ahora, de fuertes pérdidas. En consecuencia, las ventas de maquinaria agrícola ahora podrían bajar un 25%, a unos 1600 millones de dólares.

Bragachini explicó que en Córdoba en los últimos 20 días se paró la venta de equipos, como en cabezales para la cosecha de maíz.

«El clima golpeó más de lo previsto en soja, maíz, sorgo, girasol y cultivos como maní, algodón y otros. Las pérdidas potenciales ya superaron los 4000 millones de dólares, lo que es significativo porque lo que se llevó la sequía es toda renta reinvertible. El negocio de la soja en campo alquilado es, en promedio, de 6 quintales por hectárea de ganancia y eso se lo llevó todo la sequía. Es decir, se llevó el 100% de la reinversión o ganancia para volver a sembrar», precisó.

Para el especialista, parte del impacto económico de la sequía se podría compensar porque en el campo hay bastante soja sin vender (se estiman más de 13 millones de toneladas por más de US$4000 millones), los bancos están saliendo con ofertas de créditos y también hay una mejora en el precio de los granos.

«Todo eso podrá neutralizar un poco», dijo, pero alertó: «La realidad será más cruda en el 2019».

Víctor Juri, fabricante de sembradoras que llevan su apellido, sostiene que la sequía es «un ingrediente más en el desánimo del productor» y en las menores ventas.

«El productor no invierte un peso de su bolsillo, son muy pocos los que lo hacen. Lo que compran es con crédito. Del 2015 a hoy tuvimos una mejora del 40% (en las ventas), pero sobre un piso que nos dejó Cristina de un 15%. Es decir, hoy acá estamos entre un 35/40% por debajo de nuestra producción normal», señaló.

La situación por la sequía preocupa también a los intendentes de pueblos que viven del campo en la región agrícola núcleo. Melina Giorgi, presidenta comunal de Fuentes, en el sur de Santa Fe, contó que el tema de la sequía está instalado en las conversaciones de sus 3500 habitantes.

«En las verdulerías o cuando llegan los productores a la comuna la preocupación es por el sector. Tenemos conocimiento que no viene como el año pasado (la cosecha). Es un pueblo con una gran cantidad de productores. El problema se traslada a los comercios», apuntó.

En el pueblo, que tiene una fábrica de sembradoras con casi un centenar de personas vinculadas a ella, ya se está notando un menor movimiento económico por la sequía. «Cuando las familias están complicadas, priorizan el pago de servicios indispensables», señaló. Giorgi cree que «posiblemente» el actual panorama afecte la recaudación de la tasa rural que pagan los productores por caminos.

FUENTE: La Nación