Cuenta regresiva: la alcoholera de Villa Ocampo a punto de arrancar
Tras 6 años de trabajo constante, la empresa Bioenergías Agropecuarias S.A. ultima los detalles finales para empezar a producir alcohol anhidro con destino al corte de combustibles fósiles. Trasladaron y adaptaron la estructura que perteneciera el ingenio Arno para trabajar con maíz, aunque lo ideal sería contar con la melaza de la zafra cañera.
Villa Ocampo cuenta las horas que restan para que la alcoholera comience a funcionar y le ofrezca una nueva esperanza a la comunidad que ya vio extinguirse industrias emblemáticas como el ingenio azucarero y la papelera.
La espera lleva varios años y la ansiedad no es poca. El proceso se inició en 2012 a partir de la decisión de un grupo de empresarios locales que apostaron a la reactivación de la destilería que fuera parte del ingenio Arno. Desde entonces se trabaja en el proyecto. Primero con el desarmado y traslado de la gigantesca estructura hasta la ubicación actual, en un predio de las afueras de la ciudad. Luego, con la intrincada y cotidiana tarea de rearmar un rompecabezas colosal de tanques de fermentación, silos de almacenaje, calderas, columnas de destilación, circuitos de electricidad, tuberías de aire comprimido y gas, cañerías de agua fría y caliente, más las obras civiles necesarias para el recibo de materia prima, el embarque del producto terminado y hasta una planta de tratamiento de efluentes que permitirá generar el 50% del gas necesario para el funcionamiento de las calderas.
Al proyecto le falta poco para estar listo. Muy poco. Sin embargo es tan complejo que todavía no puede establecerse cuando empezará a marchar. Aún dependen, por ejemplo, del clima para terminar algunas secciones. Sí saben que una vez que comience a moverse será una pieza clave de la economía local, que podría incluso contribuir a “resucitar” la castigada cuenca cañera.
Apuesta local
“Hoy el grado de avance es del 70%, pero con ritmo creciente; estimamos en unos meses estar haciendo la pruebas para arrancar”, confió a Campolitoral el ingeniero químico Nelson Daniel Marega, encargado de producción de la planta propiedad de la firma Bioenergías Agropecuarias S.A. que integran 10 socios, en su mayoría productores agropecuarios y comerciantes locales, a quienes se sumó recientemente la firma Albardon Bio, que aportó capital y know how para el proceso industrial. Bajo el slogan “produciendo en el presente la energía del futuro”, la firma lleva 6 años invirtiendo sin pausa (especialmente pagando salarios de los operarios que trabajan permanentemente).
“Es prácticamente incalculable lo invertido hasta el momento, entre sueldos, insumos, energía, obra civil…. y con diferentes tipos de cambio”, explicó Germán Bosch, miembro de una de las familias accionistas. Además de utilizar capital propio, contó que para avanzar en la empresa se valieron de asistencia crediticia de la provincia. Los mueve -sostuvo- “la necesidad de tener industria y trabajo” ante la caída que observaban en la actividad cañera y papelera, a lo que en algún momento se sumaron los tropezones del frigorífico local. “No le estaba quedando ninguna industria a Villa Ocampo y era una situación preocupante”, relató Bosch.
En su origen, la alcoholera se había radicado en Villa Ocampo en los años ochenta, en el marco del Plan Alconafta, pero apenas trabajó 6 meses. Desde entonces estuvo inactiva hasta que la mudaron en 2012. “Era imposible mantenerla en el lugar original porque había quedado dentro de la ciudad”, explicó Bosch.
Marega explicó que la planta está preparara para trabajar con melaza -un subproducto del proceso de industrialización de la caña de azúcar- pero aclaró: “como no están operativos los ingenios (Villa Ocampo y Las Toscas) se la adaptó para trabajar también con grano”. Originalmente el uso de cereales fue una manera de complementar la articulación con el ingenio -que trabaja sólo algunos meses al año- para contar con materia prima de abastecimiento constante. Ahora se invirtió la relación y le darán prioridad a los granos, que a su vez generará burlanda para la ganadería zonal. “Si el día de mañana vuelve a funcionar la cuenca cañera, trabajaremos con melaza”, se esperanzó Marega. De hecho también barajan la posibilidad de recibir jugo de caña, pero esta opción depende exclusivamente de la vocación industrial de los propietarios de los ingenios.
Arranque paulatino
La planta -detalló el encargado- cuenta con capacidad para producir 100 metros cúbicos diarios de alcohol anhidro, que tendrá como destino a la industria petrolera para el corte obligatorio de las naftas con biocombustibles. “La idea es arrancar con un tercio de la capacidad instalada y con el tiempo ir invirtiendo para trabajar a capacidad plena”.
El técnico reveló que la empresa ya completó los trámites y obtuvo un cupo de la Secretaría de Energía de la Nación equivalente al 100% de la capacidad instalada. “Es complejo el entramado de trámites para lograr la aprobación y una vez conseguido el cupo es difícil modificarlo”, explicó.
Actualmente la capacidad de producción alcanza a 50 metros cúbicos, pero cuando comiencen a trabajar estiman hacerlo a razón de 36 metros cúbicos al día. “Inicialmente vamos a arrancar con un tercio (de la capacidad total de la planta)”, sostuvo Marega. Y para ello demandarán aproximadamente 130 toneladas diarias de maíz. Como la producción del cereal es escasa en la zona aspiran a establecer contratos con chacareros de la región para garantizar el suministro. “Se está hablando con productores grandes para hacer contratos que garanticen un abastecimiento continuo”, dijo Bosch.
También contemplan la posibilidad de utilizar sorgo, un cultivo más viable en los campos de la zona, pero que no es tan eficiente para producir alcohol. La encargada del laboratorio, Andrea Wirth, explicó que el grano tiene diferencias fisiológicas respecto del maíz y requiere otro tratamiento. “Económicamente nos conviene maíz; no adaptarlo (el proceso) a sorgo todavía porque se necesita arrancar a la brevedad”, aclaró.
El procesamiento del maíz generará unas 72 toneladas de burlanda con un 70% de humedad, material útil para la ganadería pero muy frágil (de rápida degradación), motivo por el cual estudian la posibilidad de secarla y así abaratar costos logísticos y facilitar su almacenamiento. “Húmeda es más inestable, fermenta, entonces tenemos un proyecto para secarla y así lograr un producto con mayor durabilidad y más fácil de transportar (menor volumen)”, detalló Wirth.
Con otro subproducto industrial, la vinaza, van a producir biogás mediante su tratamiento en biodigestores. “Con el cual pretendemos reducir los costos para generación de vapor en la caldera hasta en un 50%, con un importante impacto económico”, explicó Marega.
Ideal integración
Actualmente la empresa emplea unas 30 personas en forma directa, que estiman podrían llegar a 40 cuando empiece a funcionar la alcoholera. Esos puestos de trabajo se repartirán en 3 turnos de 8 horas (24hs al día) durante los 365 días del año. “Es muy importante para la economía regional”, sostuvo el encargado, porque además implicará un derrame sobre otras actividades conexas como la logística, el transporte, la construcción.
Incluso existe la chance de contribuir a la supervivencia del “sistema cañero”, un sueño al que todos aspiran pese a que parece el más difícil de todos. Ocurre que la plana está originalmente diseñada para trabajar con melaza de caña y esa sería la forma más eficiente de utilizarla. “Nos convendría económicamente por estar más cerca”, dijo Marega. Y lo comprobaron el año pasado con una prueba que hicieron con melaza de Las Toscas. Y si bien esta posibilidad está atada a la suerte que corran los ingenios, se entusiasman con la posibilidad de ser parte de su recuperación.
“Ojalá se vea como un acompañamiento de los ingenios para producir nosotros el etanol”, rogó el ingeniero químico, y explicó que ellos elaborarían la melaza, el jugo o el melado “y nosotros complementaríamos le negocio, ya que hoy el precio del azúcar es bajo y no es rentable”. Sería, afirmó, una forma de colaborar para que no se pierda del cultivo en la zona.
“Lo ideal sería que se reactive la cuenca cañera”, insistió Marega, aunque aclaró que con la provisión de ambos ingenios no alcanzarían a abastecerse por completo (porque las usinas trabajan entre 2 y 3 a 5 meses en el año).
De todos modos no dejan de pensar en esta posibilidad. Y hasta barajan la alternativa de usar jugo de caña, sobre el que hay algunos estudios en marcha para determinar la factibilidad para elaborar etanol. “Por ahí con menos inversión en el ingenio -sin tener que realizar el procesos industrial completo- podrían proveernos de jugo concentrado”, especuló Bosch.
FUENTE: Campo Litoral