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En el país de las vacas, la industria del cuero no logra ser competitiva

El país de las vacas está en medio de un debate silencioso entre los jugadores de la industria del cuero, marroquinería y calzado. Y la gran cuestión es: ¿cuánto hay que avanzar en la cadena de valor? Mientras que en el sector de las confecciones quieren más material para poder abastecer el mercado interno y exportar más productos terminados, en las grandes curtiembres -que envían el 90% de su producción al mercado externo- tienen una definición propia de lo que sería el agregado de valor. Lo cierto es que, más allá de ese debate, por el momento ningún sector es plenamente competitivo y, de acuerdo con las estadísticas del PBI a precios constantes, en el bienio 2016/2017 el sector retrocedió un 16,2%.

La cadena está formada por los ganaderos, proveedores del cuero «crudo»; las curtiembres, que realizan procesos sobre el material para que esté listo para la confección y la marroquinería y el calzado. Los desafíos comienzan desde el inicio de esta serie y así lo explica Carlos Montes, director de INTI Cueros, el centro del Instituto Nacional de Tecnología Industrial que promueve el desarrollo del sector: «El cuero no es el principal producto de la vaca, lo que hace que se cuide más el contenido y no tanto el envase. Se adquiere una materia prima que no es la óptima a nivel mundial, ya que muchas veces llega con heridas de alambre de púa o con la marca de fuego, por una normativa argentina que en otros países del mundo no existe».

Las curtiembres están agrupadas en dos grupos: la Cámara de la Industria Curtidora Argentina (CICA), formada por las grandes empresas que se dedican principalmente a la actividad exportadora, y la Asociación de Curtidores de la Provincia de Buenos Aires (Acuba), en la que están las pymes enfocadas principalmente en el mercado interno.

Eduardo Wydler preside CICA, que agrupa a unos 60 establecimientos que emplean directamente a 10.000 personas. Las condiciones, dice, no son las mejores a nivel local e internacional: «Las bajas faenas y las asimetrías de costos con competidores dificultaron la evolución ascendente de las exportaciones, que hoy alcanzan más de US$1000 millones anuales», explica. Los principales destinos para el cuero argentino hoy son China, Croacia, Tailandia, México y Estados Unidos, entre otros.

Incentivos

Los grandes curtidores reclaman más incentivos: «La continuidad de una política de desaliento a la exportación de materia prima sin industrializar es indispensable. También es necesaria la actualización de reintegros a las exportaciones del sector, porque se encuentran desactualizados respecto de su incidencia fiscal y con relación a otros productos de menor valor agregado», señala Wydler.

Montes añade un condicionamiento del mercado externo para las curtiembres: «El cuero que se exporta, en su mayoría, es el wet blue, aquel que ya está en condiciones para que no se pudra. Si el proceso se terminara directamente en la Argentina, se podría agregar mucho más valor, pero hay muchos países que prefieren terminarlo, quizás porque tienen mejor tecnología o por precio». Si la cadena siguiera avanzando y el cuero argentino se exportara como calzado o marroquinería, esos US$1000 millones podrían multiplicarse por seis, calcula Montes. «Pero todavía el mercado de la confección no está preparado para procesar todo el cuero que se produce», resalta.

Mientras tanto, los confeccionistas se encuentran con sus propios desafíos. Según Daniel Ripari, gerente de Análisis Competitivo de la consultora Claves, las fábricas de calzado «han perdido relevancia como demandantes» y como empleadores: calcula que en 2011 trabajan 33.000 personas, mientras que hoy son 29.000.

«Los grandes demandantes del mercado interno son la marroquinería y el sector del calzado, y vienen declinando por aumento de costos y por la amenaza de la importación. Tampoco son competitivas en precios para la exportación», detalla Ripari. En ese sentido, la Cámara Industrial de las Manufacturas del Cuero y Afines sostiene que las importaciones en marroquinería subieron en 2017 un 43,5% en unidades y que las fábricas están trabajando al 65% de la capacidad instalada.

«Con una caída tan fuerte del mercado interno como la que hubo en 2016, las importaciones se comieron ese poco nicho de venta que quedaba», resume Ariel Aguilar, presidente de CIMA. Asegura que las vidrieras pasaron de tener un 70% de productos nacionales y un 30% importados a un 60% de importados y un 40% de nacionales. «En todos estos años hemos convivido con esos productos en un esquema de administración responsable del comercio exterior. En 2015 había 470 importadores y hoy son más de 1000: cualquiera se pone a importar», lamenta.

La mayoría de esas importaciones son de productos de material sintético, pero Aguilar afirma que son competencia directa para el cuero. «Una cartera arranca en los $2500, mientras que una de vinílico puede costar $1400. Si le tenés que pagar el colegio a tu nena, no vas a elegir la primera», resalta. CIMA asegura que, desde que los controles de importación se volvieron más laxos, cerraron unas 50 pymes de marroquinería, lo que significó la pérdida de 2000 puestos de trabajo.

En lo que respecta a los productos de cuero, Aguilar afirma que hace falta más control sobre las normas de origen, porque «hoy una cartera comienza a fabricarse en Medio Oriente, pero se termina de armar en el este de Europa y se guarda en una caja que dicemade in Italy«. También hay desafíos a la hora de exportar: «Al fabricante argentino se le plantea una desigualdad de condiciones en términos de costos salariales y de logística que significa el 15% del valor total del producto», explica.

En CIMA aseguran que habrá una «vuelta a la primarización» en la cadena: «Se está planteando una rebaja de los derechos que hoy paga el cuero crudo para ser exportado, que ya se redujeron del 15% al 10% en 2016. Así, el dueño de los cueros prefiere exportarlo en vez de venderlo a una curtiembre. Desarrollar una cadena de valor es pensar en subir los reintegros por exportaciones, no en quitar retenciones», concluye Aguilar.

Cifras de un sector crítico

43,5%: Importaciones

Es lo que crecieron en 2017 las compras de productos de marroquinería desde el exterior

65%: Capacidad usada

Es el nivel al que operan hoy las fábricas de ese sector

16,2%: Retroceso

Es la caída en el nivel de producción de la industria del cuero, en el bienio 2016/2017

FUENTE: La Nación