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Supervivencia Pyme: Cómo sortear la coyuntura

Frente a la caída en la producción industrial y ante la recesión económica, las pequeñas y medianas compañías atraviesan un presente complejo. Cómo dan batalla mientras esperan la reactivación del sector.

La reactivación económica que el Gobierno había anunciado para el segundo semestre se atrasaría hasta el año que viene, admite la Confederación Argentina de Medianas Empresas (CAME). Las pequeñas y medianas compañías aguardan a que el mercado vuelva a recobrar cierto dinamismo, y esperan algunos indicios que den prueba de ello.

Ese cambio de tendencia, según el vocero de la CAME, Vicente Lourenzo, se producirá por una mejora en el poder adquisitivo de la llamada «clase pasiva», pensionados y jubilados cuyos ingresos se destinan únicamente al mercado interno.

«También influirá la reducción drástica de la inflación, y el aumento salarial que ha originado algunas paritarias, lo que permitirá acceder a un poder de compra que se recuperará a través de nuevos acuerdos», señala Lourenzo.

La producción de las pymes industriales descendió un 5,9 % en junio en relación al mismo período de 2015 y 7,8% en julio frente al mismo mes del año anterior, de acuerdo a un informe del organismo. «Creemos que no hay razones para que haya una cambio de tendencia en estos meses, dado que la inactividad es producto de la caída de consumo y de la depresión del mercado interno», agrega su vocero.

La caída del mercado interno provocó cierta disminución de la actividad en el sector industrial. Y, además, son pocas las pymes industriales que pueden exportar.

El sector «vive concatenado al mercado interno, porque el 80% de las pequeñas y medianas empresas no exporta», explica el representante de la cámara. A diferencia de lo que sucede en Europa, donde un alto porcentaje de pymes se dedica a la exportación, «en nuestro país las pequeñas y medianas empresas abastecen el mercado interno y tienen poca posibilidad de hacer envíos al exterior», añade Lourenzo.

Eso sucede porque las empresas no suelen tener la capacidad competitiva suficiente para vender en el exterior. La Argentina perdió mercados externos producto de la falta de competitividad, y por una sobrevaloración de la moneda «que hace que seamos caros en el mundo», resalta el portavoz de la CAME.

«Está además la crisis internacional. Tanto China como Europa están más en faceta compradora que vendedora. Lo único que puede hacer la Argentina es exportar sus productos primarios, y eso tiene poco de pyme», agrega.

Valuada en dólares, la pyme argentina tiene fuertes niveles de carga impositiva y fiscal, altos costos laborales, y mucha dependencia de la materia prima importada, lo que termina encareciendo el producto final. Por otro lado, la Argentina fue siempre un país agroexportador, pero no fue su especialidad exportar productos terminados.

Posibles caminos

«Hay que trabajar sobre una pyme competitiva, tanto en la estructura de costos como en su capacidad de alcanzar mercados externos», razona Lourenzo. Con el tipo de cambio y la estructura de costos de las firmas argentinas es difícil competir en algunos productos con países como Chile o Brasil. Una excepción a esta regla general lo representan las empresas que venden servicios de software o derivados.

De hecho, gran parte estructura de costos es heredada, no elástica. El costo impositivo y el logístico vienen dados. En un país sin ferrocarril, la logística demanda un porcentaje importante de la estructura de costos de un productor argentino.

En España, por ejemplo, la red de ferrocarriles permite trasladar la mercadería a un costo menor. En la Argentina todo se transporta a través de carreteras «que están en malas condiciones, y todo es terrestre, vía camión, lo que hace más caro el producto final», detalla Lourenzo.
El margen de acción que tengan las pymes depende de las condiciones del mercado interno. Entre 2003 y 2007, la CAME registró una explosión de crecimiento en el mercado interno, que repercutió en la industria y el comercio.

«Si el mercado interno anda bien, la industria también. Si se desploma por alguna medida, la industria se para», resume. Los sectores más afectados por la crisis económica varían según la época. El sector de la construcción también sintió el descenso de la actividad económica, sobre todo las pymes que dependían de obra pública.

La industria de electrodomésticos y electrónica es otro de los rubros afectados, debido a la parálisis de sector comercial que, a su vez, registró un elevado número de suspensiones y despidos.

Mantener precios

«Es una situación difícil», reconoce Mariano Augusto Lamas, dueño de la empresa Service Bojman. «Trabajamos con repuestos de electrodomésticos y ofrecemos servicios de reparación. Las ventas aumentaron recientemente, y respecto a la reparación, también se incrementó la demanda, pero no todos los trabajos son aceptados, pues tienen un costo alto», señala.

Ubicada en el barrio porteño de Flores, la compañía tiene tres empleados que trabajan en la reparación de lavarropas. En marzo, el dueño de la empresa aumentó el sueldo de sus trabajadores un 35%, de una sola vez.

«Estamos trabajando casi con los mismos precios del año pasado, para que la gente pueda aceptar los presupuestos. Tenemos más trabajo. Por otro lado, algunos se quejan del precio de los repuestos, pero también hemos conseguido vender más», comenta Lamas. Las ventas de su comercio registraron un ascenso de 20% con respecto a 2015, puntualiza Lamas, porque sus clientes prefieren reparar lo que ya tienen antes que comprar un electrodoméstico nuevo.

«Antes, la gente casi prefería comprar algo a estrenar y pagar en cuotas. Con la recesión, muchos optaron por reparar lo que tenían». Para ampliar su mercado, Service Bojman decidió el año pasado que la venta de repuestos no sólo la harían al por mayor, sino también al por menor.

Reducir costos

Conocedor del sector, en el que se desenvuelve desde 1991, hace 10 años José Preisz fundó la fábrica de zapatos Keek, dedicada a la comercialización de calzado infantil. En ella trabajan de forma directa e indirecta unos 25 empleados. Aunque en el mercado local se puede acceder a una gran cantidad de zapatos importados, la Cámara de la Industria del Calzado (CIC) intenta intervenir para que el impacto sea el menor posible para el sector, añade el empresario.

En la Argentina, el calzado nacional es un producto relativamente protegido, pues productos de este tipo fabricados en el exterior necesitan una licencia no automática de importación para poder ingresar al país. Ese requisito debe ser aprobado tanto por la Cámara del sector como por el Gobierno nacional.

«Siempre se pudieron importar zapatos en la Argentina», reconoce Preisz. «Se puede importar teóricamente la misma cantidad del año pasado pero, como se está vendiendo menos, y el zapato importado es más barato y más lindo, eso está provocando que nosotros también veamos afectadas las ventas».

A raíz de la crisis económica en su rubro, la producción de Keek descendió en el último año 30%. Para reducir los costos de su compañía, Preisz se vio obligado a reducir en un 15% su plantilla laboral. El fabricante explica que la mayoría de sus gastos son fijos, como las cargas sociales, el pago de impuestos o el IVA.

«Antes hacíamos más publicidad, pero ahora bajamos la cantidad destinada a la promoción para reducir costos», admite Preisz. Para los próximos meses, espera una mejora estacional debido a la llegada del verano. «Son más baratos los artículos que hacemos, así que vendemos más. En todo caso, dependemos de mercado interno prácticamente en la totalidad», dice.

Actualización

Otra es la situación de Hernán Frade, que montó en 2001 HGF Informática. Su proyecto se dedica a la administración de redes y sistemas, y a ofrecer soporte local y remoto para clientes externos. También ofrece seguridad informática y paquetes de actualización tecnológica para pymes.

Frade trabaja con otros cuatro informáticos que facturan por sus servicios, y que le cobran su trabajo un 20 y un 40% más caro que el año pasado. El dueño de esta pequeña empresa recuerda que, con el cambio de Gobierno, sus costos se dispararon por la devaluación del peso.
La firma necesita de insumos que su dueño compra a firmas argentinas importadoras de hardware, discos, servidores y computadoras. Las licencias que también debe comprar, en este último año, sí se dispararon en precio.

Pese a ello, Frade afirma que en el último año su empresa logró un crecimiento moderado, con una facturación que se incrementó 50%. «Cada vez se converge más en diferentes sectores que antes estaban aislados, y hoy se converge más con la informática y las herramientas que brinda, como videovigilancia, telefonía y facturación», señala.

Lo que antes se hacía de manera aislada, hoy exige una red informática, Internet y una computadora. «El tema informático dentro de una empresa es básico. Es impensable una empresa que no tenga una infraestructura informática. Hasta la facturación se hace por Internet».

HGF Informática trabaja con pymes que tienen entre 15 y 70 empleados. Las empresas para las que colabora tienen en promedio entre 30 y 40 personas contratadas. Por más de que sus clientes no tengan un gran crecimiento o estén estancados, «los requisitos del trabajo demandan que haya una inversión, aunque no sea tan grande como las empresas o yo quisiéramos», señala.
La estrategia para no perder mercado, afirma, es la actualización constante. «Cuando entro a alguna empresa nueva, noto mucha dejadez. La empresa que me precedía gestionaba sólo los problemas. Yo trato de anticiparme».

El empresario recuerda una serie de ataques informáticos que se produjeron el año pasado. «El primer cliente que apareció fue el disparador, y así como llegó, bajé línea al resto de las empresas, comenté la situación». Al llamar la atención de los dueños sobre el surgimiento de un posible riesgo, se incrementaron sus servicios en consultoría y en implementación de medidas de seguridad.
Aunque Frade percibe que sus clientes acusan una caída de sus ventas, ello no ha repercutido en su trabajo con ellos. «Se ve más conciencia de las empresas ante el tema informático, en seguridad y en resguardo de información», concluye.

FUENTE: Cronista